El comentario sobre el que voy a escribir aquí es el que hice en En Bromerio, medio en broma, medio en serio, sobre su entrada No me importa tu opinión.
Trata de varios temas relacionados, principalmente de las opiniones y de cómo se forman y, en él, se hace referencia a las creencias que tenemos interiorizadas.
Voy a citar los párrafos que me parecen más relevantes para lo que tratamos en este blog:
«Ortega y Gasset diferenciaba entre las ideas y las creencias. Ambas pertenecen al ámbito cognitivo.
Las ideas son ocurrencias que tenemos, sean de la de la índole que sean. Esas ideas pueden ser científicas, como inventar algo, montar un nuevo negocio, crear un blog, etc. Ideas que producimos nosotros, las sostenemos, las discutimos, las propagamos, las defendemos, incluso en algunos casos hasta la muerte. Esas ideas son obras nuestras.
Las creencias en cambio son otra cosa. Las creencias no tienen que ser sólo religiosas. No llegamos a ellas desde el razonamiento y la argumentación, desde el ámbito intelectual, si no que nos vienen dadas por herencia cultural, por educación. (…)
Las creencias no siempre se dicen abiertamente pero están arraigadas profundamente en nuestras opiniones. Son los supuestos básicos de nuestra concepción del mundo y nuestro comportamiento.
“Vivimos, nos movemos y somos” en nuestras creencias
“Las ideas se tienen, en las creencias se vive”.
Curiosamente para la Real Academia española, una opinión es un dictamen o juicio y si buscas la definición de juicio, en su primera acepción es la capacidad de discernir entre lo verdadero o falso. Por lo tanto, relacionamos nuestras opiniones con verdades.
Con las creencias en las que vivimos creemos estar en la verdad. Y la verdad es como una naranja, que nunca eres capaz de ver todos sus lados.»
Mucha definición, ¿eh? Tranquilo/a, que ahora vamos a lo práctico.
¿Qué tiene que ver esto con los sueños?
Bueno, vamos a lo que nos ocupa… ¿por qué es importante esto y por qué lo incluyo aquí?
Porque las creencias influyen de manera notable en todo lo que hacemos y en cómo lo hacemos. Para que nos entendamos en la práctica, prueba a preguntarte por qué haces algo como lo haces y a responder con lo que crees. Por ejemplo:
«No le digo esto a mi madre» ¿Por qué? «Porque creo que no le va a gustar»
Es algo que no sabes realmente, pero que crees verdad por tus referencias anteriores.
«Ni lo intentes, porque no es posible»
Ahí hay un creo implícito. Como bien dice el texto citado, tomamos la opinión como una verdad, basada en nuestras creencias, y nuestras creencias en aprendizajes.
¿Quién te ha enseñado que no es posible?
Thomas A. Edison probó más de 1.000 veces antes de conseguir una bombilla que funcionase. Si a la 500 hubiese pensado que no era posible porque ninguna de las anteriores había funcionado, no habría seguido.
¿Estoy diciendo que sigas y sigas y te des cabezazos contra la pared ? ¡No! ¡Estoy diciendo que no creas que las cosas son imposibles sólo porque nunca antes las viste!
Y también que prestes un poco de atención a aquellas cosas que das por hechas, a los pensamientos que tienes y a las razones por las que las haces. Aunque las tengas claras, puede que las ideas no sean genuinamente tuyas, sino heredadas, aprendidas.
Ningún niño nace pensando que no va a poder. Lo que hace es empezar a probar cosas para conseguirlo, a ver cuál es la que funciona.
Aquí, además, tienes una guía de lo que sí funciona.
Algunas creencias tapan lo que realmente somos
Hay creencias que apoyan nuestras capacidades y desarrollo y otras que nos limitan.
¿Nos limitan? No realmente, ya que no dejamos de ser quienes somos ni de tener el potencial que tenemos, pero sí nos dejamos influir por ellas.
Esto hace que cambiemos nuestra percepción de nosotros mismos.
Y no sólo eso, también afecta a los resultados de nuestro sueño. Tu sueño es tu proyección. Cuando lo materializas, se vuelca en él todo lo que eres, lo consciente y lo inconsciente. Si tienes una creencia limitante, ésta limitará también los resultados. Quizá puedas conseguirlo, pero con mucho más esfuerzo y gasto de recursos.
Uno de los puntos esenciales para mí es creer en uno mismo, en una misma. Si me encuentro pensando en algo que me limita, entonces me doy cuenta de que tengo una creencia que no se corresponde con quien realmente soy. Es un aprendizaje, una idea adquirida.
Siendo adolescente, oí una vez: «no pienses que puedes hacerlo todo», y yo pensaba «¿y por qué no?». Me resultó tan extraña esa afirmación…
Ahora, más de 20 años después, sigo pensando que puedo hacerlo todo. Aún habiendo pasado momentos duros en mi vida, esa fe en mí sigue estando ahí. Quizá aún no haya descubierto la forma, quizá aún soy ese bebé intentando averiguar cuál es el mecanismo para conseguir su juguete, pero jamás, en mi interior, he dejado de creer que puedo conseguirlo.
Es más, no sólo creo en mí, creo en que todos podemos. Sólo hay que observar un poco e ir soltando las creencias de que no podemos, porque esa es la ilusión.
Sólo tienes que cambiar la imagen que tienes de ti mismo, de ti misma, y todo a tu alrededor cambiará. ¡Verás qué liberación!
¿Has tenido alguna experiencia así?
Cuéntanos una creencia limitante que hayas descubierto y que hayas conseguido superar y lo que supuso para ti antes y después.
Y después, simplemente, cambia de idea, elige otra cosa.